Perdón

Hace ya un buen rato que no escribía nada por acá; les diré que las razones son varias, la más importante, mi constante intromisión en el mundo de las letras. Queriendo colocarme un poco en el lugar de aquellos que al reflejo de un monitor o al suave desliz de la pluma sobre el papel dejan entre ver una muestra de su corazón con mensajes que, fuera de contexto, sirven para desarrollar historias de todo tipo.

Se me ha asociado fuertemente la idea de abandonar los conceptos como tal y empezar a hacer lo que por mi cuenta sería una historia que dejara algo en claro para el amigo lector homónimo; pero qué de la trama de la aventura en cuestión, hacia dónde irán a parar los hilos y qué tan distante estarán de la realidad los sucesos.

Aquí es el punto en el que me encuentro, entre decir y quedarme quieto, entre sacar de lo más profundo de mis chairas (not) entrañas ideas o complicar más las cosas a la hora de darme a entender. Quizá mis premisas nunca vean la luz más allá del momento en el que se dejan ver entre mis pasiones y desbordes de aguas filosofales.

Por eso vengo a pedirles perdón; porque no sé si lo que estoy haciendo valga el esfuerzo, tampoco si algún día me animaré a verlo publicado, o si me será o no benéfico en algún sentido.

La expresión cristalina de un alma deseosa de exhibir hasta las tripas deja en términos determinísticos mucho qué desear y hasta el vómito podría evocar de quienes con las mejores intenciones se aproximan a tratar de definir la monstruosidad liberada entre frases escabrosas y profundas demencias.

¿Se interna el lector en los dramas y castigos psicóticos que el redactor enfrenta mientras al abrigo de una mañana que se asoma, pareciendo no acabar de consumir la ausencia de sueño durante la intranquila noche, plasma los últimos trazos de abandono de elocuencia en texto?

//Lo escribí para Toqueteros el 5 de Marzo de 2017.

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