Desvanecerme

Qué pudiera contarles que no sepan ya de mí; me he estado sintiendo muy mal, mi cuerpo me sigue reclamando por portarme como un idiota con él; es como si tuviera mente propia y quisiera hacerme entrar en razón, pero no me alcanzan las fuerzas ni la motivación para salir del agujero derrotista y miserable en el que me encuentro; para acabarla, he tenido que sortear otros tipos de dificultades que aunadas al hecho de mi miseria, lo único que provocan es mi deseo de huir de aquí, no hablando de un lugar en específico, sino de una forma de vida.

Tengo presente el deseo de cambio, lo sé porque me he entregado a hacerlo, pero no lo he conseguido; la frustración llegada la noche me aborda, y no he podido responder como es debido alejándome de todas las cosas que me destruyen; es el crecimiento del desprecio por mí mismo lo que temo, como siempre he dicho, no hay algo que me aterrorice más que el no conocer hasta qué punto soy capaz de llegar. Y me estoy muriendo, detesto confesarlo de esa manera pero ser honesto es ya lo único que me queda, es de lo que pende el poco respeto que conservo.

Mientras hace un par de años me sentía lleno de vitalidad y capaz de conseguir lo que me propusiera, hoy a duras penas intento terminar mis días andando; lamentablemente el sombrío y pesado recuerdo de algo o alguien que me quiera me está oxidando, y entre el anonimato y la desconfianza, el dolor y la falsedad alrededor, todo me convierte en quien nunca quise ser. Ya no quiero acabar con la poca energía que me queda, la felicidad se está extinguiendo ante cada monstruo de pesadilla que me ataca entre las noches.

No dormir era solo el principio de mi sufrimiento, las tensiones psicosomáticas aunadas a dolencias habituales en quienes en su miseria anhelan ser retirados del lúgubre camino de la amargura hacen de las suyas también; nadie es capaz de hacerse de mi corazón por lo visto ni estando en oferta desde hace mucho tiempo; ni regalado lo han aceptado. Y con ello, el resto de mí se vuelve un pútrido espectro andante con la esperanza puesta en un olvido que no se asoma, y que derrotado a cada intento de escapar de mis cadenas, me marchito en espera de mis condenas.

¿Por qué será que el Señor se habrá burlado de mí de ese modo? Si mi alma devota sigue siendo para consigo, se la entregué una vez y así como en todo, no soy quién para rechazar mi palabra. Me cuesta entender, me cuesta soñar, me cuesta creer, me cuesta avanzar, me cuesta sonreír, me cuesta brillar y me cuesta más que nada en esta travesía, el día de mañana despertar. Sigo en la cobardía de no actuar de una vez cerrando el ciclo cumpliendo el pacto merecido, deseando entonces, al menos así ser reconocido, recordado, y que la pasión de mi alma gemela que hasta la fecha no he descubierto me deje advertido.

Todo es tan deprimente y sin valor en esta historia, sinceramente no sé ni para qué sigo aquí; no merezco lo que tengo ni con lo que me he encontrado en la ella; todo lo que amo lo he perdido, todo cuanto deseo ha tomado su propio destino; mis ilusiones atoradas están en el pasado, y por más que intento liberarme, el mundo conspira en contra mía; solo quiero desvanecerme y suprimir toda osadía, perderme entre las sombras del desprecio de todas esas personas que prometieron que para mí siempre estarían; que carguen con mis huesos muertos en sus consciencias sabiendo que les hube amado, y que en medio de sus peores pesadillas experimenten todo el daño que me han ocasionado, que como yo no duerman, que como yo sollocen, que como yo imploren y como yo se desmoronen.

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