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El miedo nos obliga a avanzar, a crecer, a cambiar. El miedo es aquello que nos propone ser. El miedo nos puede limitar mientras no aprendamos a afrontarlo, mientras dudemos de nosotros, mientras no queramos reconocerlo, mientras en saco roto almacenemos los mensajes de aquellos que antes que nosotros lo experimentaron y dedujeron lo mismo que ya sabemos: que el miedo, con enfrentarlo muere.

Del miedo surgen los héroes, las víctimas, las leyendas y los valientes; pues son aquellos que al enfrentarlo cambian de parecer, moldean su carácter, los que hacen ver al miedo como algo diferente. Es decisión de uno mismo verlo como un estímulo o una dificultad, es eso lo que define la clase de persona que serás, un renegado de ti, o alguien que sabe ser quien es.

Yo temo, temo todo el tiempo, temo a lo que venga, temo al qué dirán, temo al compromiso, al fracaso, temo al orgullo, a la vanidad, a la somnolencia social, temo al fervor de la corrupción, al instantismo, temo al fanatismo, a la religiosidad, a la maldad, a la incertidumbre, al egoísmo; pero atención, puedo decir que más que nada en este mundo a lo que temo es a mí mismo.

Y es ese temor el que me obliga a andar, a no quedarme en las mismas, a tomar por sorpresa lo que quiero para mí, a convertirme de un ser pasivo en el más activo de todos, a invertir, a soñar, a desear, a ser parte importante de lo que quiero para mí. La existencia del miedo es lo que hoy me ha hecho tal cual soy, con todos mis defectos y una que otra virtud.

Los cambios que supone el superar los miedos asustan a nuestra zona de confort, porque amamos ser como peces en una pecera, alimentados todos los días por la basura que nuestro ambiente nos brinda; y vivimos en ese sedentarismo de no comprensión de que mucho más allá de los cuatro cristales que nos rodean existe un océano de oportunidades colocado ahí para nosotros, para que lo exploremos, para que lo vivamos, para que nos nutramos de él con toda su prolifera variedad de alimentos a nuestra disponibilidad.

Perderemos amigos, caeremos mal, seremos personas non gratas en muchas de las instancias que solíamos ser el centro de atención, y todo para qué, para encontrarnos a nosotros mismos, para aceptar nuestra realidad, que no somos como el compromiso nos pide que seamos, que creemos que el protocolo está hecho para abandonarlo; abandonarlo si lo que queremos es lograr.

Sobrará quien nos llame locos, quien dude de nuestra capacidad, quien en su cerrada forma de ver las cosas pretenda hacernos creer que su ignorancia es la libertad, que el vivir oprimidos por las influencias masivas nos hace no pertenecer a la calidad de animal que nosotros sabemos que sí. Porque somos verdad, porque existimos, porque somos distintos.

Nuestra diferencia ante la ciencia y lo que supone una mal estimulada conciencia no es lo que en verdad somos; el miedo mismo es el instinto de nuestro cuerpo al sabernos frente a algo que si nunca alejamos de nosotros, si nunca nos deja de importar, si nunca logramos superar, nos estará limitando por el resto de nuestras vidas.

Los grandes fracasan, lloran, sufren, se duelen, se quebrantan, se reponen, espabilan y vencen sus miedos antes de volver a levantarse. Y se mantienen al asimilar ese ciclo fundamental de actividades del que a menos que vuelvan a recaer ante sus miedos usan en pro de su estabilidad.

Haz hoy de ti como quieras llegar a ser visto mañana.

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El miedo nos obliga a avanzar, a crecer, a cambiar. El miedo es aquello que nos propone ser. El miedo nos puede limitar mientras no aprendam...