A veces solo necesitamos una razón, un impulso, una motivación, una pequeña chispa que nos invite a seguir, a no desmayar, a no rendirnos, a no claudicar.
Y esa pequeña chispa a veces es una emoción, una satisfacción, un anhelo, un hijo, una historia, un romance, un miedo, una necesidad, una meta, una dosis de locura, un instinto animal, una fragancia, un recuerdo, una lágrima, una pasión...
Pero, ¿qué hacer cuando nada de eso se presenta ante nosotros y efectivamente comenzamos a perder el piso y el orden de nuestras ideas, el control sobre nuestro curso mental?
¿Será acaso que estamos destinados a la frustración continua sin tener absolutamente nada que nos invite a despertar con ánimo al día siguiente?
¿Será acaso que todas las personas que nos han hecho promesas terminaron rompiendo nuestro corazón perjudicándonos más allá de las supuestas obras de bondad de las que nos beneficiarían?
¿O es simplemente que nos concentramos tanto en el fracaso, la desolación, la ironía, la desesperación y frustración que no alcanzamos a notar la amplitud del horizonte?
Estamos pues, destinados a aceptar en algún punto de nuestra historia lo que somos; tan grande o pequeño como seamos, motivos para autoflagelarnos hay muchos, penas y dolores en los cuales enfocar nuestro tiempo también; personas malas siempre encontraremos.
Pero en nuestra propia voluntad está el hacer lo necesario para resurgir siempre, para despertar, para levantarnos, para saltar lo que haya que saltar y correr contra quien haya que correr.
Estamos vivos, esa es la actitud; las posibilidades son infinitas si confiamos en Dios, en su voluntad para nuestras vidas, y en su amor inmenso.
Y esa pequeña chispa a veces es una emoción, una satisfacción, un anhelo, un hijo, una historia, un romance, un miedo, una necesidad, una meta, una dosis de locura, un instinto animal, una fragancia, un recuerdo, una lágrima, una pasión...
Pero, ¿qué hacer cuando nada de eso se presenta ante nosotros y efectivamente comenzamos a perder el piso y el orden de nuestras ideas, el control sobre nuestro curso mental?
¿Será acaso que estamos destinados a la frustración continua sin tener absolutamente nada que nos invite a despertar con ánimo al día siguiente?
¿Será acaso que todas las personas que nos han hecho promesas terminaron rompiendo nuestro corazón perjudicándonos más allá de las supuestas obras de bondad de las que nos beneficiarían?
¿O es simplemente que nos concentramos tanto en el fracaso, la desolación, la ironía, la desesperación y frustración que no alcanzamos a notar la amplitud del horizonte?
Estamos pues, destinados a aceptar en algún punto de nuestra historia lo que somos; tan grande o pequeño como seamos, motivos para autoflagelarnos hay muchos, penas y dolores en los cuales enfocar nuestro tiempo también; personas malas siempre encontraremos.
Pero en nuestra propia voluntad está el hacer lo necesario para resurgir siempre, para despertar, para levantarnos, para saltar lo que haya que saltar y correr contra quien haya que correr.
Estamos vivos, esa es la actitud; las posibilidades son infinitas si confiamos en Dios, en su voluntad para nuestras vidas, y en su amor inmenso.
A veces solo necesitamos una razón, un impulso, una motivación, una pequeña chispa que nos invite a seguir, a no desmayar, a no rendirnos, a...


Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.