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Varias han sido las personas que a lo largo de la experiencia de vida me han prometido ser amistades duraderas y contrario a eso, se han vuelto una especie de enemistad algunas, otras simplemente se han desvanecido. Para alguien que le otorga mucho valor al poder que tenemos en la boca, no solo al besar, sino al hablar, era algo que costaba mucho entender.

Obviamente al paso de los días uno adquiere experiencia, y así como sé que es bueno reconocer que no soy bienvenido en casas que una vez prometieron estar abiertas siempre para mí (sí, estoy hablando de ustedes, queridos Navarro, que yo los sigo teniendo en mi corazón como una familia maravillosa aunque me cerraran la puerta); también sé cuando alguien borra todo contacto conmigo porque se cree más lo que otras personas dicen acerca de mí, calumniándome de paso (¿verdad Kenia?).

Así es. Pero aquí es donde debería de comprenderse que yo no busco la perfección en las relaciones humanas, pues sé que los deslices existen y no soy alguien que ande por la vida juzgando a otros; cosa que pareciera que hago por cómo he visto reaccionar a muchos. Creo que aquí es un asunto más de interpretación que de voluntad, pues ni mi personalidad cambia de modo que me porte mezquino con esa gente (podrían preguntarle a Keka, quien aunque mutiló mi corazón por primera vez, me enseñó a perdonar, pedir perdón y dejar ir sin necesidad de eliminarme de su vida), pues todos somos humanos y merecemos ser bien amados en todos los sentidos, por el simple hecho de serlo.

Merecemos estima, eso no es comercializable o cuantificable, y así como nunca me atrevería a emitir un juicio en contra de las personas que me han estafado, llámense ochocientos o siete mil pesos (¿si o no, GZ?), el punto es que merecemos respeto y bondad de parte de los unos para con los otros, pues todos somos humanos y no estamos exentos de quedar mal o que se nos olvide pagar algo; por eso yo no cobro a mis deudores, por eso una lista considerable de gente que no pienso mencionar me ha quedado mal.

Aprendí que el comportamiento humano no se rige por determinaciones o convicciones, lamentablemente. Y aunque yo he sido muy propio y guerrero a la hora de seguir los principios que me he puesto en vida (¿o no Dani?, a que no te acuerdas cuando te dije que tenían que ser tres veces para que pudieras convencerme), ahora sé que la mayoría de la gente no funciona así, y de hecho los valores individuales resultan ser una cosa más maleable que una lámina de estaño (¿verdad David, Angie, Vero o Agustín, tan acérrimos representantes en un inicio de la virtud apartidista adeptos a las filas que una vez les llenaron la boca y mente de ideas?).

Entonces, ¿es la inflexibilidad una debilidad? No, por supuesto que no; y tampoco creo que sea una muestra de incapacidad en absoluto; la modificación de la personalidad se basa en el entorno de desarrollo del individuo y así como habemos personas que gracias a una formación sensible al cambio somos capaces de adaptarnos en puntos intermedios sin perder de vista el objetivo, sin producir un holocausto de amistades gracias en primer lugar al núcleo formacional y las bases de una estructura bien constituida, también se entiende que hay seres volubles que no son capaces ni de enfocarse en primer lugar ni de gozar del placer que vencer la frustración permite para alcanzar metas. Cosa que no nos hace ni menos ni más a unos sobre otros, es solo parte de la belleza de la diversidad de personalidades que se agradece haya.

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