Recuerdos
Y luego ves con nostalgia a esa gente que tú creías que tenía futuro, te miras al espejo y lamentas no haberles enseñado eso que podía ayudarles. Y al espejo le recriminas el paso de los días por tus ojeras grandes y sentimientos entre desesperación y consuelo. Así es la vida, te recriminas, así de aberrante es. Pero también es hermosa y posee sus buenos momentos. Ellos, tus viejos conocidos en sus fotos se ven distintos; aparentan estar bien pero notas el fuerte vacío y desconsuelo que haber dejado de lado sus sueños les ha traído. Y te miras y te detestas por eso, porque quizá ellos lo merecían más, ellos se esforzaron mejor, pero ellos ignoraron pequeños detalles que a ti, con tu lento paso te hicieron chocar. No digo que ellos estén en el fracaso, porque quizá tú llegues algún día ahí; pero sí digo que ellos no ven cosas de las que les pudiste advertir, y se convierten en parte de la mayoría. Y te dueles, te lamentas, porque una vez más la manera de explicar no encuentras. Y lloras por ellos. Esos melancólicos momentos a veces, en contadas capturas te traen alegrías. ¿Tú te afanas o ellos caen en el abismo de la simpatía a lo generalizado? No lo sabes, lo sabrás algún día. Siempre en la mente te dices: No te rindas. Jamás lo hagas. Pero, lo más importante, nunca olvides a los que amas.



Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.
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