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¿Puede una mañana como la de hoy, posterior a haberte hecho el amor efusivamente convertirse en algo que termine por olvidar? Siempre me contesto solo, por supuesto que no. Recordar con el poder de la mente es revivir historias y sensaciones que he podido experimentar solo contigo, pues desde que nos conocemos no has hecho más que arraigarte en mi corazón con fuerza.

– Hola. Dijiste mientras tu cabello brillaba revuelto sobre mi cara. Y es que anoche te luciste, llegamos a un punto en el que no sabía si estábamos haciendo el amor o literalmente estabas valiéndote de todo tu ser para hacerme tuyo, pues mientras cabalgabas sobre mí pude sentir la profunda exquisitez de tu entrepierna.

Y pensar que antes me sabía incompetente para esto, que creí no ser capaz de llenarte y por eso me envolví en el sacrilegio de la constante frustración al no desayunar, comer y cenar tu sexo. Ahora lo comprendo más, eres la mujer que no necesito presumir a nadie que existe, pues te tengo para mí, y eso únicamente es lo que vale, la delicia de recorrer tus lunares a besos, de escribir mi nombre con la lengua en tus pechos, de recorrer con mis grandes manos tu trasero es mía, es privada y es mutua, lo sé. Hombres así, incluso con experiencia, sabes que no habrás de conocer a otro.

Me he vuelto un ansioso por tenerte desnuda, por la espera a tenerte conmigo y arrancar lo que llevas puesto para hacernos uno inminentemente; la sociedad es infame, nos llena de cuentos y limitaciones absurdas, pues lo que te brindo y tú a mí es genuino en maneras que no se pueden explicar con letras, pues aunque distantes tus ausencias, termino conociéndote más de lo que cualquiera lo haría; y tú, sirviéndote del placer al que te envío cada que estamos juntos.

No tienes que redescubrir nada, recuerda la sensación de confort y confianza ante mí, es lo único que hay en tu historia que te obliga a seguir paciente en la espera de volver a hacerme tuyo; porque es verdad, anoche lo hiciste, me embriagaste de tu cuerpo y dominaste cada uno de mis sentidos mientras te apoderabas de mi alma y gozabas mordiéndome los hombros, el cuello, rasguñándome la espalda, qué clase de posesión tan más poderosa experimenté.

A nadie he conocido con tu poder hasta ahora, y quiero reconocer que es una forma de expresión que me deleita a lo sumo; me maravillo de que estés a mi lado, de que puedas sonreír tomada de mi mano mientras me adentro otra vez en ti, pues el día comienza, y mis labios no se cansan de saborear el placer de tenerte conmigo, nuestros cuerpos magnéticamente se adentran uno en el otro para comenzar un domingo maravilloso, en el que nada ni nadie más importa, solo nuestra mutua satisfacción y dicha.

– Buenos días, amor.

Lisa III

Por
¿Puede una mañana como la de hoy, posterior a haberte hecho el amor efusivamente convertirse en algo que termine por olvidar? Siempre me con...
Poseo una mente sucia, muy sucia; he tenido demasiado tiempo para pervertirla con promiscuidad; pero el néctar de sus labios se entromete y entorpece mi deseo de razonar. Con ambas manos extendidas en calidad de rendición sobre las aristas figuradas entre las paredes colocó frente a mis lascivos ojos su precioso trasero y cual lobo en celo después de lengüetear su completamente descubierta espalda y recorrerla desde su inferior nacer hasta los hombros, la tomé con fuerza y mi espíritu insaciable se poseyó nuevamente de ella; escucharla gemir como el canto de las hadas era un cuento que jamás en ella esperé escuchar, pues si bien es cierto que mi adictiva e imperante manera mentalmente activa de vivir alejado de la sociedad asquerosa y lo poco que aporta a mi vida sumergiéndome en un océano de ideas sensuales suprimiendo el ímpetu sexual por falta de una musa, para mi deleite en ese instante estaba cayendo cual muralla ante la textura y el calor interno que la fricción de la actividad me hacía experimentar.

No quería llevarla a la cama, la necesitaba junto a mí desnuda; hacía mucho que mis ojos no disfrutaban de una obra de arte tan mundana, tan carnal, tan deliciosa. Con las mejillas y la nariz enrojecidas y una intensa mirada, de pie junto a mis aposentos acariciaba su negro cabello y suavemente masajeaba al mismo tiempo que respiraba el aroma de su cuello seductor. Mis manos intrépidas continuaban su tránsito explorando la delicada silueta tras la que me encontraba, no recuerdo ni me interesa recordar en dónde y en qué momento quedó tirada su ropa fuera de mi vista.

Le pedí que por favor cerrara los ojos, pues el juego estaba a penas por comenzar. No se veía débil, yo sabía que quería más, yo mismo no me había saciado siquiera un poco de su ser; pero tenía la intención de incorporar las últimas técnicas que había aprendido a nuestro encuentro, me interesaba ver fluir la energía almacenada entre nosotros, y liberar final y confiadamente la tensión sexual entre los dos. La cama estaba hecha, no pregunten por qué, tengo la costumbre de ordenarlo todo al estar en casa. Del mismo modo que aprendí a tomar las mejores decisiones en mi vida, solicité que confiara en mí y me dejara un poco más hacer con ella; sin emitir palabra asintió con la cabeza.

Señalé la cama en invitación a que se recostara boca abajo; le pedí que cerrara los ojos y se relajara, me retiré a la cocina y puse a calentar agua; realmente abandoné un par de ocasiones la estufa solo para aproximarme a la diosa tendida sobre mi cama y acariciar su espalda un poco. Al cabo de diez minutos volví con el aceite aromaterapéutico que hacía pocos días había aprendido a preparar. Le pedí que atara en una coleta su cabello, tomé un poco de la mezcla y la coloqué justo en su centro sensorial posterior... Pocas cosas hay que permitan sinergia entre dos seres humanos; sus cuerpos, almas y espíritus en comunicación armónica con el eterno e incalculable Universo; pocas cosas hay como una satisfactoria y completa expresión de pasión que vuelca en sexo, nada en esta vida hay como el sexo con amor.

Soy un romántico. El aroma a menta invadía el espacio y mis manos masajeando cada uno de los dedos de sus pies, en compañía de besos reverenciales eran parte de la ecuación que había tornado una tarde común de descanso en la primera sesión de la vida plena que siempre anhelé, y aunque no veo el coger como eje central de una relación, hacer el amor diario es un concepto importante en mi factura, además de los tres conceptos que determinan la intensidad de mi amor: Confianza, continuidad y cercanía.

Hoy solo haremos un par de niveles. – Le declaré. He hecho una escalera con ocho de los mismos pero en ese momento específico había tanta temperatura en mí que sería imposible soportarlos todos. Al no tener idea de a qué me refería con el comentario respecto a mi plan, solo ladeó la cabeza un poco en señal de aprobación.

Fue una excelente decisión haber cubierto la ventana de mi habitación, además está el hecho de que ahora descanso en la oscuridad de la noche y me evito la luminosidad del vecindario. Antes de abordar el resto de sus piernas, y consciente de que me fascinaba la textura de las plantas de sus pies decidí poner a reproducir "In rainbows, from the basement" de fondo; deduje que la hora que dura sería tiempo suficiente; también estaba preadvertido (por deducción propia) de que mi bella mujer no podría quedarse mucho más allá del asomarse nocturno.

El calor de la infusión se mezclaba con el de su cuerpo, mis dedos recorrían una y otra vez la ruta desde sus muslos hasta los talones, ambas al mismo tiempo; tras un ligero roce con sus nalgas continué por donde el documento menciona, específicamente extrayendo la energía desde el centro de su espalda, expandiéndola hacia los hombros y las manos. Posteriormente el enfoque se dio en cada una de sus manos, desde la punta de sus dedos hasta sus axilas; cada centímetro de su individualidad había procesado la textura de mi piel; una segunda curva calórica había iniciado en ese momento, la inclusión de su cuello, espalda baja y trasero a la sentencia se convirtió tanto en un desafío a mi control como en una experiencia memorable.

Llegó el momento de voltearse. La giré y con cuidado coloqué más de la mezcla en varios ejes sensoriales; su cuerpo se transformó en un plano que me disponía a mapear ábidamente en esa oportunidad. Era lo que siempre había querido, una belleza femenina a mi completa disposición. Agradecí el detalle con un dulce beso en su ombligo...

Mejor detengo aquí el capítulo antes de adentrarme en toda la perversidad que sucedió ese día. Necesito explicarles más de mi pasado, del origen de Lisa, de por qué soy así y en qué momento preferí ausentarme del crecimiento tradicional en la búsqueda de constituir en mí una privilegiada manera de pensar.

Lisa II

Por
Poseo una mente sucia, muy sucia; he tenido demasiado tiempo para pervertirla con promiscuidad; pero el néctar de sus labios se entromete y ...
Ser lo sucia de mente que yo requiero es muy difícil para cualquier dama. Hace mucho que tengo a Lisa en mis memorias, no la había considerado mencionar debido al color tan intenso de los sucesos que hube experimentado con ella, todo comenzó hace algunos años, cuando me hice de sus servicios en calidad de asistente para una mejor toma de decisiones. Me estaba tardando en escribir una nota así, pero tras haber confesado que me encuentro redactando una novela de "perversiones", no podía darme el gusto de quedar en silencio sin pruebas al respecto; creo que es mi egocentrismo hablando:

Soy un creativo, al que no le gusta la rutina, por eso cual menús del mundo he dispuesto listas completas de actividades que quiero hacer contigo; hacerte el amor sería cada día, hasta el último de los míos, una experiencia única, exquisita e inolvidable. Porque soy alguien que junto con su ego e insatisfacción constante, explora y busca metas de vida diferentes todo el tiempo, y así como en mis textos jamás encontrarás uno igual a otro, en las relaciones conocerás tanto cuanto puedo ofrecerte y al final del día meditarás en qué será lo que te depara el mañana; porque una sola sesión conmigo tiene más poder que el conjunto de muchas experiencias en tu pasado; eso exclusivamente porque solo yo conozco la exacta combinación que tus sentidos han esperado toda una vida por identificar como propia.

Disfrutaremos juntamente del sexo en la noche, en la mañana, en la tarde, de madrugada, a la luz del sol, de la luna, de las estrellas, en el mar, en un lago, en una alberca, en un río, en la montaña, en la nieve, en el desierto, en un edificio, en un baño público, en un auto, en la calle, en la oficina, en la cocina, en la sala, en la recámara, en el comedor, sobre una mesa de billar, una silla, un sofá, en un hotel, en la regadera, pegada a una ventana, sobre una banca, en el jardín, en el cine, en el teatro, en un camión, en un avión, en la azotea, en un sótano, sobre las escaleras, recargada en la puerta, en un elevador, en una pista, en un estadio, en el gimnasio, en una casa abandonada, en una cueva, en el campo, sobre ganado, en una alfombra, en una hamaca; te prometo que jamás te aburrirás de mí.

Reconozco que soy adicto a ti, no puedo pensar en uno solo de los días que me restan por vivir sin sexualizarnos mutuamente; si he de levantarme más temprano para hacerte el amor, madrugaré sin dudarlo; si he de esperar hasta muy entrada la noche, me desvelaré deseoso; si el día está cargado de actividades que impidan vernos fácilmente, viajaré por ti, saltaré comidas, llegaré tarde al trabajo, me fugaré de ser necesario, pero con toda el hambre sexual que poseo me comprometo a que tu cuerpo será parte de mi dieta diaria y más perversamente, acepto que será la razón de una cálida lucidez y alegría en mi radiante rostro al empezar y comenzar el día.

Después de mi declaración sonrió con picardía, tras un afortunado e inesperado beso en mis labios aproximó su boca a mi oído y en un susurro casi imperceptible exclamó: – Lo quiero todo.

No es sencillo describir lo que sucedió ese día puesto que como ya me había pasado antes, mi ferocidad se apoderó de mí y el control que siempre presumo se escapó de mis manos obligándome a tomarla de las piernas, cargando con ella hasta una blanca y desalojada esquina del departamento. Con sus dientes incrustados en mi oreja y mi respiración embistiéndola; solo pude agradecer que hubiera optado el uso de su pijama aunado al hecho de que al ser un día libre yo me encontraba con pants holgados; lo que propició a que nada más hubiera entre mi entrepierna enardecida y su deliciosa piel que una suave prenda de ropa interior negra con letras blancas.

Mientras con la ayuda de una de mis manos y la pared la sostenía, su cabeza saltaba al tiempo que me comía a besos y sus brazos la mantenían fija y pegada a mi cuerpo arañando mi espalda exquisitamente; con sus piernas en mis muslos propiciaba el duro vaivén que la introducía a mi mundo. Mi otra mano escrutaba sus senos, espalda y vientre; sencillamente toda esa perfección corporal me hacía olvidarme de mí.

Lisa

Por
Ser lo sucia de mente que yo requiero es muy difícil para cualquier dama. Hace mucho que tengo a Lisa en mis memorias, no la había considera...